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WRÓCIC (VOLVER)

#35 La acción de la no acción

#35 La acción de la no acción No es tan fácil pedirle a un actor que no haga nada y que el actor, después del grito de “¡Acción!”, no haga nada de nada. Quizá en este gremio sí que falten Bartlebys. Una vez me contaron que el director brasileño Fernando Meirelles utilizó a un entrenador de actores para que los protagonistas de Ciudad de Dios (2003) aprendieran a no actuar. Y es que no es tan fácil.

- ¿Qué hago?
- Te acercas a la ventana y saludas con la mano.

Y el saludo puede ser nostálgico, triste, rápido, sonriente, lentísimo, a dos manos o con un pañuelo agitándose al viento, como cuando se dice adiós en las estaciones de tren. Hay directores que prefieren adelantarse al problema y cortar por lo sano: quiero imaginar que a Bresson, en la hipótesis de la secuencia de la ventana, le bastaba con pedir a su actor o actriz que se acercara a la ventana. Nada más. El adiós lo componía él en la sala de montaje.
En la preparación del rodaje de Wrócic (Volver) establecí una norma muy básica sobre la que construir la dirección del corto: sencillez máxima. Desde el guión ya tuve muy en cuenta que un corto no es una obra de teatro y en ningún momento exigí a los actores dramatismo a lo Stalisnavsky. Yo estaba buscando otra cosa y me bastaba con que él y ella se movieran de forma cinematográfica por la pantalla. ¿Y qué quiere decir esto? No lo sé, pero era algo que tenía muy claro.
Es cierto que este cortometraje no juega a la empatía entre el espectador y la emoción de los personajes, no. Quizá a ciertos espectadores esto le de frío. Pero yo quiero pensar que en el corto la emoción existe y que simplemente se encuentra en otro lugar: él y ella moviéndose por la casa, el tono de la voz en off, los tiempos en el interior del auto, sus cuepos sobre la arena, la secuencia extraña del puente...
Me pregunto ahora para terminar por qué me gustan las películas que me gustan y cierro con tres condiciones: las películas que me gustan me gustan porque las recuerdo después de mucho tiempo, porque generan comunicación-inspiración y porque siempre hay algo en ellas que nunca termino de enterder.

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