#49 Catering Costa Azul
- ¿Por qué en Uruguay casi no comen pescado?
- Ni idea.
Dudas trascendentales aparte, hoy toca recordar y escribir sobre la comida en los días de filmación de la película. Durante la semana previa al rodaje las compras las hicimos en el supermercado Baccino de Costa Azul: pasta, galletas para el desayuno, aceite y sal, agua con gas y sin gas, fruta, verduras, arroz, yogures, algo de carne... Por lo que se puede comprobar en esta lista de normalidad máxima, rodar una película no requiere de ninguna dieta especial. O eso creíamos Miguel y yo mientras pedaleábamos desde la casa hasta el supermercado. Lo que no sabíamos todavía era que un equipo uruguayo de rodaje necesita de al menos cuatro kilos de dulce de leche para empezar a funcionar. La primera vez que ví a la actriz Sol comer dulce de leche a cucharadas me sorprendí un poco. Después supe que era normal y dejé de preocuparme. Con la llegada del equipo, la dieta adquirió tintes de seriedad: para empezar, la primera noche de “más gente en la casa” montamos el asado número uno.
Ingredientes: chorizo, molleja, colita de cuadril, tira, morcilla dulce, morcilla salada, morrón, provolone, zapallo y papa. Todo esto manejado por un asador autóctono y convenientemente cocinado a fuego de leña da como resultado una de esas comidas para chuparse los dedos y alabar a las miles (millones) de vacas que pastan tranquilamente por las llanuras uruguayas.
El asado número uno sirvió también para cerrar la etapa previa de rodaje y abrir los días en los que el tiempo para comer convenientemente era escaso. Fue entonces cuando se abrió la etapa Catering Costa Azul. El club Costa Azul era una especie de centro social-polideportivo-restaurante-sala de reuniones y de juegos que había al final de la rambla. El jefe de producción Mr. Palmer llegó a un acuerdo con la cocina del lugar y durante los tres días de rodaje, el club Costa Azul se encargó de nuestro desayuno, comida y cena. ¿Y qué comimos mientras rodábamos? Empanadas, lasaña de verduras, pasta, milanesa al pan, puré de papas... Si existe alguna relación entre los menús y la forma en la que después salen las películas no hay duda de que nuestro cortometraje es uruguayísimo.
El último día, mientras experimentábamos ese sentimiento extraño que invade los finales de rodaje, volvimos al asador de detrás de casa y repetimos festival cárnico, regado para la ocasión por un vino rico que consiguió de onda en gran Palmer. “El Talibán”, del grupo de los eléctricos, fue el gran maestro asador y puedo decir que el crujiente que consiguió en las mollejas de aquella noche es de lo mejorcito que he comido en todos estos años de Río de la Plata.
Cuando todos regresaron a Montevideo y la casa volvió a quedar casi vacía, Miguel y yo recuperamos por unos días la dieta de lo normal. Pero pronto aquellas habitaciones y espacios se nos hicieron demasiado grandes y terminamos paseando todos los días hasta el Costa Azul para comer su menú del día y salir un poco del ensimismamiento en que nos había dejado la experiencia de rodaje.
Ahora pienso que de no haber encontrado las fuerzas suficientes para salir de allí, quizá en estos momentos seguiríamos en el club Costa Azul. Quizá trabajando de mozos; o limpiando platos en la cocina. Jugando al ping pong todas las tardes y charlando con los pescadores al anochecer. Volviendo a casa despació y preguntándonos cómo habíamos llegado hasta allí.
- Ni idea.
Dudas trascendentales aparte, hoy toca recordar y escribir sobre la comida en los días de filmación de la película. Durante la semana previa al rodaje las compras las hicimos en el supermercado Baccino de Costa Azul: pasta, galletas para el desayuno, aceite y sal, agua con gas y sin gas, fruta, verduras, arroz, yogures, algo de carne... Por lo que se puede comprobar en esta lista de normalidad máxima, rodar una película no requiere de ninguna dieta especial. O eso creíamos Miguel y yo mientras pedaleábamos desde la casa hasta el supermercado. Lo que no sabíamos todavía era que un equipo uruguayo de rodaje necesita de al menos cuatro kilos de dulce de leche para empezar a funcionar. La primera vez que ví a la actriz Sol comer dulce de leche a cucharadas me sorprendí un poco. Después supe que era normal y dejé de preocuparme. Con la llegada del equipo, la dieta adquirió tintes de seriedad: para empezar, la primera noche de “más gente en la casa” montamos el asado número uno.
Ingredientes: chorizo, molleja, colita de cuadril, tira, morcilla dulce, morcilla salada, morrón, provolone, zapallo y papa. Todo esto manejado por un asador autóctono y convenientemente cocinado a fuego de leña da como resultado una de esas comidas para chuparse los dedos y alabar a las miles (millones) de vacas que pastan tranquilamente por las llanuras uruguayas.
El asado número uno sirvió también para cerrar la etapa previa de rodaje y abrir los días en los que el tiempo para comer convenientemente era escaso. Fue entonces cuando se abrió la etapa Catering Costa Azul. El club Costa Azul era una especie de centro social-polideportivo-restaurante-sala de reuniones y de juegos que había al final de la rambla. El jefe de producción Mr. Palmer llegó a un acuerdo con la cocina del lugar y durante los tres días de rodaje, el club Costa Azul se encargó de nuestro desayuno, comida y cena. ¿Y qué comimos mientras rodábamos? Empanadas, lasaña de verduras, pasta, milanesa al pan, puré de papas... Si existe alguna relación entre los menús y la forma en la que después salen las películas no hay duda de que nuestro cortometraje es uruguayísimo.
El último día, mientras experimentábamos ese sentimiento extraño que invade los finales de rodaje, volvimos al asador de detrás de casa y repetimos festival cárnico, regado para la ocasión por un vino rico que consiguió de onda en gran Palmer. “El Talibán”, del grupo de los eléctricos, fue el gran maestro asador y puedo decir que el crujiente que consiguió en las mollejas de aquella noche es de lo mejorcito que he comido en todos estos años de Río de la Plata.
Cuando todos regresaron a Montevideo y la casa volvió a quedar casi vacía, Miguel y yo recuperamos por unos días la dieta de lo normal. Pero pronto aquellas habitaciones y espacios se nos hicieron demasiado grandes y terminamos paseando todos los días hasta el Costa Azul para comer su menú del día y salir un poco del ensimismamiento en que nos había dejado la experiencia de rodaje.
Ahora pienso que de no haber encontrado las fuerzas suficientes para salir de allí, quizá en estos momentos seguiríamos en el club Costa Azul. Quizá trabajando de mozos; o limpiando platos en la cocina. Jugando al ping pong todas las tardes y charlando con los pescadores al anochecer. Volviendo a casa despació y preguntándonos cómo habíamos llegado hasta allí.
2 comentarios
Ander -
josu -